El Blog de Traxco

Agricultura y Riego

Controlar la floración, aumenta la producción

floración

¿Cómo sabe la planta que tiene que florecer?

Las plantas reconocen los cambios de estación. Sus hojas pueden detectar la temperatura, pero sobre todo, son sensibles a los cambios de luz.
A medida que el día se va alargando, captan que es el momento de hacer brotar las hojas nuevas, y de la misma manera, a medida que los días se acortan, comienzan a prepararse para el otoño.
Todos esos avisos son reacciones químicas que comienza en las yemas o en las hojas.

Pero, ¿cómo sabe la planta que es el momento de hacer brotar las flores? En el año 1937 ya se presumía la existencia de una hormona que se encargaba de esta función, a la que se bautizó con el nombre de florígeno. Pero no sería hasta 70 años después cuando se demostró finalmente su existencia. Realmente, el florígeno es una molécula que fabrican las hojas cuando se dan unas condiciones ambientales adecuadas. Esta molécula viaja al ápice (la punta superior de la planta) donde se encuentra la proteína FD. Al encontrarse ambas proteínas comienza la generación de flores, (ese encuentro es necesario  para que comience la floración). FT indica cuándo llega la hora de florecer, mientras que FD especifica dónde aparecerán esas flores.

Para controla el mecanismo y la aparición del florígeno, la opción más interesantes en agricultura, es conseguir que los vegetales generen mayor número de flores y conseguir así, un importante aumento en la producción de fruto.

Gracias al control del florígeno, se podría conseguir que determinadas especies de plantas ornamentales crecieran antes de tiempo sin necesidad de contar con grandes infraestructuras ni controlar al máximo las condiciones de luz o temperatura.

El descubrimiento del florígeno crea nuevas oportunidades para otras investigaciones. Estudios científicos recientes han descubierto que al cruzar una planta de tomate sana, con otra que contiene mutación de la hormona que fabrica el florígeno, se obtiene una super planta con gran producción y tomates con más sabor.

Riego

En el riego influyen las condiciones climáticas como el calor, el viento… pero hay algunos consejos que pueden ser de gran utilidad. Cultivos como las borrajas, acelgas, lechugas, zanahorias, patatas… que se aprovechan por su hoja o por su bulbo, es recomendable regarlos de forma regular para que la planta consiga una hoja de porte considerable. Por otro lado, las hortalizas de fruto como el tomate, pimiento, pepino… que hayan sido sembradas, deben regarse de forma normal hasta que las plantas alcancen una altura de 20 cm aproximadamente y hasta que arraiguen bien, si han sido trasplantadas en cepellón. Esta práctica hace que la planta pase sed y aumente sus raíces y su floración. Posteriormente sólo hay que controlar los riegos. Una vez cuajados los primeros frutos, se riega de manera habitual para conseguir que las raíces absorban toda el agua que necesita la planta, obteniendo una mayor cosecha y frutos sanos y turgentes.

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