Agricultura y agua, una relación inseparable
Agricultura y agua
A nivel mundial, el sector agrícola es el que más consume este recurso (69%). La agricultura de regadío representa hasta el 17% de las tierras agrícolas en el mundo y produce casi el 40% de la producción alimentaria mundial. Estos datos dejan claro que agricultura y agua siempre van de la mano.
Las nuevas variedades de cereales permitieron a lo largo de la segunda mitad del siglo XX paliar el hambre en amplias zonas del mundo. En el siglo XXI habrá que obtener el máximo rendimiento de unos recursos hídricos que serán cada vez más escasos.
Según una serie de estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en los países en desarrollo durante los próximos 30 años se podría aumentar el área regada en un 34% y se necesitaría un 14% más de agua para lograrlo. Esto implica el cambio en la dieta básica en amplias y pobladas zonas del mundo hacia cultivos de menor consumo de agua y la mejora en la eficiencia global del riego, mediante la aplicación de técnicas de programación y el uso de sistemas de riego que permitan obtener la máxima eficiencia posible del agua, ajustándolos a las condiciones que presenta cada cultivo en particular.
Razones de disponibilidad de recursos hídricos, justifican la idea de que las superficies de regadío no pueden seguir avanzando tan deprisa como lo han venido haciendo en los últimos años, si se utilizan sistemas de riego convencionales, de ahí la necesidad de buscar nuevos sistemas e incrementar su eficiencia.
Uso eficiente del agua de riego
Cada vez, el uso del agua es más y más eficiente, sin embargo, siguen existiendo más de un millón de hectáreas de cultivos que se riegan mediante regadíos defectuosos, poco eficientes. En cifras, más del 60% de los regadíos españoles han incrementado su eficiencia, incorporando las tecnologías más avanzadas, que además son muy respetuosas con el entorno, (como por ejemplo los sistemas de riego Pivot). De cualquier manera, hay que mantener esa tendencia en la modernización de regadíos desde la sostenibilidad.
En nuestro país, el regadío representa el 55% de la producción agraria total, reforzando la base de la balanza comercial agrícola. Por esta razón, es fundamental mejorar la gestión sostenible del agua.
WWF/Adena ha extraído el siguiente listado de claves para poder lograr un regadío más sostenible:
- Modernizar los cultivos y los sistemas de riego a medio-largo plazo, priorizando el acceso al agua en aquellos cultivos que son realmente sostenibles.
- Tener en cuenta el impacto de los regadíos sobre los recursos naturales y sobre la biodiversidad, sobre todo en las zonas que presentan estrés hídrico.
- Ajustar las dosis de riego a las necesidades reales del cultivo en cada momento. Los agricultores deben mantener una atención permanente para no desaprovechar el agua de riego.
- Elegir el momento de riego más adecuado para evitar la evaporación del agua. Es mejor regar a primera hora de la mañana, a última hora de la tarde, o incluso durante la noche.
- Evitar pérdidas de agua por escorrentía o por infiltración.
- Utilizar aguas depuradas para el riego, siempre en condiciones seguras.
- Utilizar cultivos que se adapten a las condiciones del clima mediterráneo, de forma que el agua aportada mediante el riego suponga un complemento al agua de lluvia.
- Ajustar el uso de fertilizantes para que no existan pérdidas por lixiviación.