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Evitar daños en los equipos eléctricos

caja eléctrica principal para controlar el Pivot

Las sobrecargas y también el mal estado de la red eléctrica puede llegar a provocar incendios y cortocircuitos.

El mantenimiento de la red eléctrica es algo muy importante a la hora de evitar accidentes.
Una instalación en mal estado incrementa las probabilidades de que se produzcan daños en los equipos. Destacan los cortocircuitos y los incendios como posibles problemas asociados.

Los daños se producen principalmente por dos motivos: la sobrecarga de la red y el mal estado o envejecimiento de ésta.

Si por los conductores circula una corriente que es excesiva, éstos se calientan y aumenta el riesgo de incendio.

La temperatura es proporcional a la intensidad de la sobrecarga. Cuando más sobrecargada esté la red, mayor será el calor que registrarán los conductores. Si el calor es excesivo, los cables pueden llegar a incendiarse. ¿Cómo evitarlo? Con pequeños interruptores automáticos o PIA que limitan la intensidad, e interrumpen la corriente eléctrica.

Instalación en mal estado: Las tareas de mantenimiento son fundamentales. Una instalación en mal estado aumenta el riesgo de cortocircuitos, que pueden derivar en un incendio. Los cortocircuitos se producen por una mala conexión entre dos conductores que se encuentran a distinto potencial, es decir, que tienen una tensión diferente. Esto provoca un aumento de la corriente y el calentamiento de los conductores, que pueden llegar a quemarse.

Quemaduras, otro riesgo latente: Además de aumentar la posibilidad de incendio, el incremento de la temperatura de los conductores eleva el riesgo de quemaduras. Éstas se pueden producir si, tras una subida de intensidad, se tocan los cables, ya que el calor de estos será excesivo, o cuando el metal fundido se proyecte hacia el exterior. Estas salpicaduras son motivo de lesiones.

Evitar cortocircuitos y sobrecargas: Para evitar una sobrecarga existen unos dispositivos denominados racionalizadores de energía que cortan el suministro de un circuito no prioritario cuando se sobrepasa la potencia contratada.

Medidor de corriente interno: Los racionalizadores cuentan con un medidor de corriente consumida y un transformador de intensidad. Cuando estos detectan que la potencia consumida está a punto de superar la potencia contratada, se fuerza la parada de un circuito. De esta forma, se garantiza el consumo y se anula la necesidad de contratar una potencia superior. Se pueden racionalizar varias salidas no prioritarias para que el corte afecte a más de un circuito hasta que pase la punta. Se puede racionalizar una salida después de otra, si la primera es insuficiente, o las dos a la vez, cuando el consumo es considerable. Otra opción es alternar la racionalización entre dos salidas para que el tiempo de corte se reparta.

Doble aislamiento: Los racionalizadores que disponen de doble aislamiento, se instalan en el cuadro eléctrico, detrás del I.C.P. Evitan la actuación del interruptor de control de potencia y mejoran su rendimiento al protegerlo de sobrecargas.

Proteger los equipos eléctricos ante una tormenta: Los pararrayos garantizan la protección contra sobretensiones de origen atmosférico. Son dispositivos especiales para proteger los equipos eléctricos en caso de sobretensión transitoria en la línea de alimentación. La normativa vigente distingue dos tipos de sobretensiones, las que se producen como consecuencia de la descarga directa de un rayo y las que responden a la influencia de una descarga lejana, conmutaciones o defectos de la red y efectos inductivos, entre otras causas. Cuando se prevé un riesgo bajo de sobretensión en una instalación, generalmente porque está alimentada por una red subterránea, se considera suficiente la resistencia de los equipos y no se requiere ninguna protección suplementaria.

Las sobretensiones transitorias tienen una duración del orden de algunos microsegundos, lo cual implica que los dispositivos de protección deben tener un tiempo de respuesta de este orden. Los mecanismos de protección contra sobretensiones de origen atmosférico deben seleccionarse de forma que su nivel de protección sea inferior a la tensión que soportarán los equipos.

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