Optimizar la eficiencia del riego automático
Los emisores de un sistema de riego deben ser eficientes, estar bien elegidos con respecto al tamaño del área a regar y colocados en un patrón que consiga una pluviometría óptima, siendo así mismo esencial la uniformidad, para ser eficiente y ahorrar agua.
Elementos a tener cuenta para comprobar la eficiencia del riego técnicamente y su uso
Inicialmente hay que comprobar el estado y la adaptación de los recursos de agua y del equipo de bombeo, en función de la cantidad y de la calidad del agua disponible. Además, el diámetro de los tubos principales de conducción del agua y su presión nominal, deben ser los idóneos para el caudal y la presión que va a circular por ellos. Posteriormente, hay que determinar que el modelo de los emisores de riego, su espaciamiento y colocación son los adecuados, así como el tamaño de sus boquillas y su uniformidad. Además de comprobar la presión de los aspersores cuando están regando (un exceso de presión puede afectar a la uniformidad de la distribución) y también la pluviometría en diferentes puntos (mediante la colocación de pluviómetros), para evaluar la uniformidad del riego.
En cuanto al consumo de agua, hay que conocer los caudales para evaluar el consumo real con la instalación de caudalímetros. En riego de cobertura, si no hay caudalímetros, se toma el caudal teórico (litros/hora) de cada emisor y se multiplica por el número de emisores y por las horas de funcionamiento para obtener un consumo aproximado. En el caso de Pivotes, la carta de aspersión nos indica el caudal total requerido.
Cómo mejorar la eficiencia del riego automático
Mejorar los sistemas de riego y sacarles el máximo partido
El éxito de un buen riego depende de tres factores, el técnico, el económico y el humano.
Los sistemas de riego son técnicamente mejorables, aplicando en ellos nuevas tecnologías que den soluciones a problemas existentes en el campo. Ante problemas como el viento, instalando emisores con trayectoria más baja o drops en el caso de Pivotes, que mejoran la resistencia al viento manteniendo una buena uniformidad; cambiando la localización de los aspersores y sus boquillas (pequeños ajustes de bajo coste que pueden ser muy efectivos), con un nuevo cálculo de carta de aspersión; colocando reguladores de presión en todos los emisores para garantizar una presión constante y con ello un caudal constante; o añadiendo sensores de humedad que convierten en inteligente el sistema de riego, con cuadros de programación que hacen que el sistema reaccione automáticamente en caso de detectar un alto consumo de agua.
La economía en el riego, el ahorro de agua, se basa principalmente en planificar los tiempos reales de riego necesarios, optimizando las dosis de riego aplicadas por los aspersores, siempre y cuando la distribución de agua sea homogénea en toda la superficie. El rendimiento técnico de un sistema de riego se establece en términos de gestión del agua.
Tan importante como el aspecto técnico y económico es el factor humano. El usuario del sistema de riego debe estar debidamente formado en los equipos que maneja, conocer los nuevos productos, programadores, sensores…, conocer experiencias de otros regantes, etc. Un sistema con alto grado de tecnificación usado por personal con pocos conocimientos técnicos no será efectivo y por contra, un usuario cualificado y entrenado en el riego automático, puede sacar el máximo partido de una instalación antigua o mal adaptada.
En unas buenas prácticas de riego, hay que sustituir los aspersores dañados teniendo en cuenta su caudal y boquilla, mantener en buen estado las válvulas y reguladores y programar convenientemente los dispositivos de control.
Para mejorar la aspersión en el campo, también es buena idea bajar los aspersores a un nivel de suelo que evite al máximo los efectos del viento y la tasa de evaporación.