Análisis de suelos
La base de la agricultura eficiente y sostenible, parte de conocer bien el suelo de cultivo para mejorarlo. Hay que saber cuál es el objetivo final del análisis de suelos, tomar con cuidado las muestras representativas para su análisis (en cultivos abiertos, las muestras se toman de 0 a 30 centímetros y a mayor área, mayor número de muestras), hay que determinar el pH, la textura, los nutrientes y micronutrientes disponibles y el ritmo de percolación o drenado del suelo.
Un análisis de tierra es el primer paso para un buen manejo de suelos y para lograr la fertilidad de los cultivos. Se debe analizar el suelo antes de iniciar el cultivo para definir las necesidades nutricionales y es conveniente volverlo a realizar en poscosecha para determinar los nutrientes que se han perdido y poder preparar el suelo para el invierno.
Para un estudio eficaz es recomendable tomar al menos cuatro muestras de cada área específica y elaborar un mapa de la finca marcando los puntos de toma de muestras de tierra con una identificación permanente. Dichas muestras deben ser representativas del terreno y ser tomadas de los mismos sitios en el futuro. Se obtienen mejores muestras con un muestreador de acero inoxidable de gusano sinfín, prestando atención al llenado de los formatos de laboratorio y etiquetando convenientemente. No se deben tomar muestras bajo condiciones de extrema humedad del suelo, en estos casos hay que esperar a que seque.
Para determinar una buena fertilización del suelo, el análisis debe abarcar el mayor número de factores posibles. Se recomienda realizar un análisis de suelos de: materia orgánica, pH, conductividad eléctrica, nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, sodio, magnesio, zinc, hierro, manganeso, cobre y boro.
El primer paso para reconstruir la diversidad biológica de la tierra es aportar materia orgánica, además, de esta manera el suelo exigirá menos agua y habrá más agua disponible para las plantas. Otra mejora sustancial para los suelos es rotar las producciones con cultivos fijadores de nitrógeno como las leguminosas grano (judía, garbanzo, guisante, haba, haboncillo, altramuz, algarroba, titarro, almorta, veza, yero, alholva, alverja y alverjón) o las leguminosas forrajeras (alfalfa, veza forrajera, esparceta y zulla).
El éxito en la producción de un cultivo requiere de una nutrición bien equilibrada durante sus diferentes etapas de desarrollo y crecimiento, que incluya todos los elementos importantes, los menos importantes y los elementos traza.
El análisis del suelo es más útil si se complementa con el análisis de savia o tejido vegetal. Este análisis puede predecir con 72 horas de antelación las toxicidades y las deficiencias que sufrirán las plantas antes de ser visibles en el cultivo. Igualmente, es de vital importancia el análisis del agua de riego, ya que una mala calidad de ésta puede provocar daños a largo plazo en los suelos y en los cultivos.
Conocer la analítica del suelo y las necesidades de los cultivos, permite definir cuál es la fertilización más adecuada, la dosis correcta, el momento y el lugar en que debe realizarse, el tiempo de aportación y el método más conveniente de aplicación.
Solo a partir del análisis de suelos, he podido compensar las carencias mediante un abonado a la carta y garantizar una buena producción.