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Agricultura y Riego

Siembra de maíz

siembra de maíz

Vamos a definir las principales diferencias entre siembra de maíz directa y laboreo tradicional.

El objetivo principal de la siembra directa es evitar el volteo del terreno y que el suelo quede cubierto de una capa vegetal que evite la erosión, de forma que a largo plazo aumente la materia orgánica de la tierra. Con esta técnica, que reduce los costes de mano de obra, de combustibles, fertilizantes y mantenimiento de maquinaria (entre 18 y 72 euros por hectárea), se obtiene un primer control de las malas hierbas con la aplicación de un herbicida total (glifosato) quince días antes de sembrar con sembradora directa. Se recomienda incorporar un abono nitrogenado junto con la semilla.

En el laboreo tradicional, la preparación de la tierra, si se desea un cultivo eficiente y exigente, se debe realizar tras la cosecha de invierno (septiembre u octubre), mediante arado, con el fin de eliminar los restos de plagas y enfermedades, al tiempo que se elevan a la superficie del suelo larvas y crisálidas de insectos, que serán eliminados por los pájaros y por la exposición directa al sol. Se debería repetir el mismo proceso a finales de febrero y culminar la preparación a mediados de mayo con dos o tres pasadas de grada.

Rendimientos óptimos en la siembra de maíz

Para conseguir rendimientos óptimos en la siembra de maíz, es necesario que el suelo contenga ciertos niveles mínimos:

  • De 18 a 25 partes por millón de fósforo.
  • De 120 a 125 partes por millón de potasio.

Mediante un análisis de tierra que indique el contenido de estos elementos podremos dosificar mejor el abono, pero en general, para la fertilización del maíz se recomienda un abonado del suelo rico en fósforo y potasio y aporte de nitrógeno sobre todo en época de crecimiento vegetativo.

Los mejores rendimientos en maíz se producen cuando el pH del suelo está entre 5 y 8. En suelos con pH inferior, la aportación de caliza produce efectos muy rápidos al mejorar la mineralización de la materia orgánica y la liberación temporal de nutrientes.

Preparación del terreno

Lamentablemente, muchos agricultores preparan el terreno casi en el momento de la siembra de maíz, de forma inadecuada, sin cumplir las exigencias del cultivo. Esta actuación precipitada provoca desuniformidad en la profundidad de siembra, germinación de la semilla y emergencia de las plantas de forma no uniforme, control deficiente de las malezas e incidencia temprana de plagas y enfermedades. Todo esto lleva como consecuencia a un alto porcentaje de plantas débiles con baja capacidad productiva, una alta proliferación de malezas en la etapa inicial del cultivo que además incrementa el porcentaje de impurezas en la cosecha final y la aparición temprana en el cultivo de plagas y enfermedades.

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