Preparación del terreno
Preparación del terreno profunda y superficial
Para eliminar la suela de arado, favoreciendo la infiltración del agua (drenaje y reserva de agua) y mejorar los intercambios gaseosos (el paso del oxígeno a la zona radicular) se debe realizar una preparación del terreno profunda. Para ello, el apero más recomendable son los arados con vertederas de áncoras rectas o las curvas por el lateral.
Por el contrario, una preparación superficial del terreno permite afinarlo, nivelarlo y controlar las malas hierbas. Con las máquinas accionadas a través de la toma de fuerza del tractor, se realiza bien este tipo de trabajo.
Únicamente es aconsejable la preparación del terreno de forma superficial cuando no hay problemas de compactación profunda. Esta compactación del terreno suele darse cuando hay una rápida sucesión de cultivos o al realizar cultivos intercalados, si la capacidad de drenaje es suficiente. Así, se reduce el tiempo entre la cosecha y la implantación del nuevo cultivo. Los suelos con buen contenido de humus, los suelos arenosos, y los suelos bien estructurados, se prestan a realizar esta práctica.
Los trabajos que se realizan en superficie son los siguientes:
- Descompactar la capa más afectada por las raíces.
- Homogeneizar la capa más superficial del suelo.
- Mezclar en la primera capa los residuos con el fin de facilitar la siembra o trasplante.
- Descomposición del residuo.
- Nivelar el terreno.
- Controlar las malas hierbas.
En el caso de ser necesaria una preparación profunda del tereno, debe realizarse con aperos que no revuelvan el suelo, ya que puede causar problemas.
Utilizando arado de vertedera para labrar en profundidad, se provoca una pérdida de fertilidad en el terreno. Por un lado, se produce una mezcla de los residuos de cultivo en un volumen de tierra demasiado alto, por lo que baja el porcentaje de materia orgánica que se aporta y se conforma un terreno excesivamente blando (desestructurado). Además, disminuye las reservas hídricas del terreno al quedar expuesta más superficie de tierra al aire. Al cambiar la posición en que se encuentran bacterias, hongos y organismos del terreno, altera el gradiente microbiológico y parte de la materia orgánica queda situada a profundidades donde el ambiente reductor impide la formación de humus.
Si es necesaria la preparación del terreno profunda, deben utilizarse aperos y áncoras que no revuelvan el suelo. Así se garantizan los mismos efectos positivos del arado, pero se evitan los negativos. Además, estos aperos son más eficaces a la hora de favorecer el drenaje profundo, y a igualdad de profundidad, requieren menos esfuerzo de tracción.
Las labores con áncoras deben combinarse con otras operaciones de preparación superficial del terreno en algunos casos:
- Cuando el residuo del cultivo anterior perjudica las labores siguientes como los tratamientos o la cosecha.
- Cuando es necesario enterrar el residuo para mantener baja la carga patógena en la superficie, a falta de rotaciones de cultivo.
- Cuando en un cultivo biológico es necesario reducir el número de semillas de malas hierbas presentes en la superficie.
El arado, la escarificadora o la enterradora (de piedra) son los aperos a utilizar. El volteo de terreno o enterramiento del residuo, debe ser superficial (entre 20 y 30 cm de profundidad).
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Es interesante saber el cuidado del suelo para que no suframos en el futuro.