Combatir las malas hierbas
Para obtener el máximo rendimiento de las siembras, hay que hacer frente, entre otros contratiempos, a la proliferación de malas hierbas. Aquellas que de forma espontánea y no deseada surgen en el campo. Mediante tratamientos efectivos que no dañen el medio ambiente.
Este problema debe combatirse desde el origen a partir de diversas acciones. No actuar a tiempo y de forma apropiada perjudicará la futura cosecha, mermando la producción, y por tanto, los ingresos. Lamentablemente, la agricultura no consiste sólo en sembrar y recoger los productos sembrados. Es necesario incurrir en una cadena de inversiones hasta poder llegar al resultado final.
Las malas hierbas, al absorber humedad y nutrientes del terreno, restan vigor a las siembras e incluso pueden asfixiar la producción si no se actúa de manera precisa y a tiempo. Cualquier proceso a realizar para su eliminación debe estar previamente estudiado y autorizado. Incluidas las dosis de aplicación del producto y los medios de aplicación.
Las tierras de labor no suelen tener descanso, de ahí que la posible invasión provenga de ciclos de cosechas anteriores. La lucha comienza con la preparación del terreno para la siembra: arado de vertedera, cultivador, rastras, gradas, siembra directa…
Es fundamental evitar que las malas hierbas completen su ciclo vegetativo, porque en su etapa final esparcen sus semillas y el problema aumenta.
Identificar las hierbas invasoras
Es muy importante identificar las hierbas invasoras y tratar el tema con ayuda de un profesional, con el fin de preparar un tratamiento concreto y efectivo para esa variante específica. Para obtener un deshierbe completo, teniendo presente la protección personal y la del entorno, sólo se deben utilizar herbicidas específicos y autorizados. En ningún caso pueden suponer efectos negativos para las aves, abejas, lombrices, mamíferos…
Para conseguir el nivel máximo de eficacia y no malgastar las dosificaciones por metro cuadrado, hay que aplicar los tratamientos de forma correcta y escogiendo el día adecuado. Evitando los días de viento, lluvia o cualquier otra posible perturbación atmosférica.
La Organización para la Agricultura y la Alimentación, y la Organización Mundial de la Salud, han elaborado y puesto a disposición de las Asociaciones de Fabricantes de Productos Agroquímicos, guías detalladas sobre las exigencias de los herbicidas. Que incluyen nociones sobre toxicología, posible acumulación en suelos, acuíferos, o en la propia cadena alimentaria, y sus tiempos de descomposición.
En resumen, cualquier tratamiento con herbicidas debe ser específico, y su homologación y dosificación no pueden afectar a los alimentos, ni al medio ambiente.