Plantar árboles a raíz descubierta
Hay que plantar árboles en invierno cuando están sin hojas y sin brotes. Tanto si se trata de árboles de floración temprana como si la previsión es una primavera seca y cálida, la plantación de árboles debe realizarse los primeros días del invierno para que tengan tiempo de ir enraizando, de tal forma que cuando llegue el buen tiempo sus raíces ya estén capacitadas para absorber la humedad y el árbol comience a transpirar.
Se pueden plantar árboles de floración tardía o en zonas con primaveras frescas y húmedas a finales del invierno, pero habrá que evitar siempre las épocas de heladas o vientos fríos.
Es muy importante que la planta pase el mínimo tiempo posible fuera de la tierra (acortando en la medida de lo posible el tiempo que transcurre desde el vivero a la explotación).
Si fuera necesario, se deberá preparar previamente el árbol saneando las raíces deterioradas, secas o podridas y acortando las excesivamente largas; también se podarán las ramas a la mitad o un tercio de su longitud para concentrar la savia en menos yemas.
Aunque no es imprescindible, sí es conveniente sumergir previamente el sistema radicular unos minutos en un hoyo lleno de agua con barro y estiércol diluidos y añadiendo si es posible hormonas de enraizamiento.
Para que el tronco crezca recto y no lo bambolee el viento, conviene instalar un tutor, es decir, un palo recto y fuerte de suficiente altura (hasta la cruz del árbol). En estos casos, la parte enterrada del tutor debe carbonizarse ligeramente para evitar que pueda pudrirse y seguidamente ser clavado en el fondo del hoyo antes de rellenar.
Cómo plantar árboles a raíz desnuda
Se rellena el hoyo con tierra mezclada con estiércol desde el primer momento hasta la altura en que se vayan a situar las raíces y una vez colocado el árbol, hasta su relleno total. Si contamos con la misma tierra que sacamos del hoyo, deberemos procurar que la tierra vegetal que antes estaba en la superficie pase a la plantación alrededor de las raíces mientras que la tierra procedente del fondo del hoyo, con menos materia orgánica, deberá ir ahora en la parte de arriba. Sobre la primera capa de tierra colocaremos las raíces del árbol (acomodadas debidamente sin que queden retorcidas o dobladas) comprobando que queden al nivel debido, con el cuello a ras de tierra (enterrado de la misma manera que estaba en el vivero) y orientándolo con respecto a las alineaciones o filas. Durante el enterrado, se debe levantar el árbol dos o tres veces con pequeños tirones hacia arriba para que la tierra penetre bien entre las raíces al tiempo que se va pisando para que se asiente hasta rellenar el hoyo en su totalidad.
Finalmente, se debe nivelar la tierra y formar un pequeño alcorque alrededor del árbol mediante un caballón circular para que el agua de riego quede contenida en él y no se desperdicie por los alrededores.
En cuanto termina la plantación, se debe regar intensamente durante las primeras semanas para que la tierra se asiente y se apriete alrededor de las raíces; si el nivel cede tras los riegos, deberá rellenarse con más tierra.
Inicialmente se debe atar flojo el árbol al tutor ya que con los riegos puede variar de posición y sujetarlo bien al cabo de dos o tres semanas, procurando que el árbol y el tutor no se rocen y que la cuerda, alambre o rafia de sujeción no dañe al árbol, por ejemplo intercalando trozos de caucho. A veces cuando los árboles vienen de vivero llevan una etiqueta sujeta con alambre que es muy importante quitar, de lo contrario con el tiempo puede estrangular la rama o el tallo cortando la circulación de la savia.
En algunos casos conviene proteger los árboles recién plantados rodeando su base con una pequeña malla metálica.