Agronomía de precisión
El premio Excelencia FIMA 2020 recayó sobre la finca Bizcarra, una explotación agrícola de Selgua (Huesca). Esta explotación fue premiada por su modelo de gestión en la producción, basado en el acopio de información para permitir la aplicación de la agronomía de precisión, por maximizar la rentabilidad de la explotación y promover al mismo tiempo el respeto medioambiental. Esta gestión ha proporcionado resultados tan evidentes como la reducción del consumo de fertilizantes en un 6,5% y de un 15% de agua.
Finca Bizcarra
Esta finca está compuesta por 300 hectáreas de regadío, en las que se producen cereales, forrajes, oleaginosas y hortícolas como guisantes verdes o judías. Se trabaja la doble cosecha para garantizar unos ingresos mínimos continuados y también disponen de almacén y secadero de cereales.
Las parcelas de la explotación, como suele ser habitual, no son homogéneas. La gestión de la agronomía de precisión se basa en la discriminación por zonas de cada parcela según sus necesidades mediante la utilización de mapas de textura a partir de conductividad eléctrica. A través de muestreos dirigidos, se pueden caracterizar cada una de las zonas que componen una parcela.
Fertilización
Las aportaciones de insumos (abonado, siembra y riego), se hacen de forma ordenada. Por ejemplo, a partir de una prescripción de aplicación de fertilizante según la analítica del suelo con muestras tomadas de las diferentes zonas, el objetivo es conocer los niveles de fertilidad que deben tener los suelos y mantenerlos, combinando fertilizantes de calidad con aportaciones de estiércol.
En la agronomía de precisión se persigue más que la producción, el beneficio económico, es decir, se trata de dar a cada cultivo solo lo que necesita. El maíz de ciclo largo tiene un potencial productivo muy alto y es muy exigente, pero no por ello hay que aplicar fertilizante en exceso. Para el maíz “rastrojero” (sembrado en segunda cosecha), el exceso de nitrógeno o de semilla puede ser un problema, por lo que sin quedarse cortos, hay que afinar las aplicaciones. Una analítica y un mapa de suelo facilitarán la prescripción de la siembra y de abonado precisa.
En cultivos como la alfalfa se sigue el criterio de no aplicar fertilizante en las zonas donde no haya planta (algo habitual en el tercer y el cuarto año), puesto que solo contribuye a gastar innecesariamente, a tener malas hierbas y a bajar la calidad del forraje.
En el momento de la siembra, se aplican dosis mayores en texturas arenosas que en aquellas donde la capacidad de retención del agua es muy alta.
Riego
Hace unos años comprobaron la eficiencia de los riegos antiguos realizando fotos desde una avioneta con cámara multiespectral. Estas imágenes aconsejaban sustituir todos los riegos, lo que supuso una importante inversión que resultó muy rentable.
Los nuevos riegos se instalaron utilizando los mapas de textura en el diseño de los sectores de riego. Cada sector aplica el agua necesaria de acuerdo a la capacidad de retención y de infiltración en cada zona, utilizando posteriormente tele-detección y sondas de humedad en puntos estratégicos para mantener un seguimiento.
Con el riego se adapta no solo la dosis de agua, sino también la de nitrógeno aplicado mediante fertirrigación en más veces para evitar el lixiviado.
Los tractores utilizados (propios o contratados a empresas de servicios) están equipados con un GPS para cargar las prescripciones a aplicar de los diferentes insumos.
Para el guisante, el cereal de invierno e incluso el maíz, se utilizan sembradoras de cereal de dosificación variable de gran precisión. La abonadora de fertilizantes con la que trabajan permite la dosificación variable y el corte por tramos.
Los tiempos post-pandemia
En general, los nuevos tiempos post-pandemia obligarán a pensar mucho los desplazamientos. Habrá que seguir realizando la actividad en el campo, pero agrupando tareas para no hacer más desplazamientos de los estrictamente necesarios. Se impondrá la tele-detección y trabajar con herramientas más avanzadas, plataformas y apps que permitan gestionar desde cualquier dispositivo móvil toda la información de la explotación agrícola a través de los datos obtenidos con mapas de textura, drones, sondas de humedad, sensores y satélites.