Altas temperaturas en agricultura
Los efectos del cambio climático también se notan en la producción agrícola. Las frutas, las verduras y legumbres pierden su sabor y poder nutricional cuando soportan altas temperaturas.
El cambio climático está propiciando más calor, cambios bruscos de temperatura, sequías, falta de frío invernal, gases de efecto invernadero, etc. Los cerezos, los melocotoneros, pistacheros, perales, olivos, manzanos… necesitan acumular frío para luego poder florecer. Dadas estas circunstancias, las plantas deben retrasar o adelantar la floración para sobrevivir. Como consecuencia, sus frutos maduran antes y reducen su tamaño, empeorando la calidad y la producción.
Por ejemplo, las alubias que soportan temperaturas medias de 27 grados por el día y de 22º C por la noche, son mucho más pequeñas que las que crecen a 6 grados menos.
Efectos de las altas temperaturas
Con las temperaturas elevadas la aceituna reduce sus proteínas, los cítricos pierden gran consistencia, desprendiéndose la piel de la pulpa y haciéndose más vulnerables. Los guisantes aceleran su maduración reduciendo su tamaño final. Las lechugas desarrollan una cabeza hinchada y menos densa, con incremento de sabor amargo y ausencia de clorofila, e incluso aparecen hojas quemadas como ocurre también con el brócoli o el repollo. Las zanahorias pierden sabor (son menos dulces). El tomate tendrá una menor cantidad de macronutrientes y menos pigmentos antioxidantes. La col es más amarga, la berenjena crece deforme…
Las altas temperaturas, unidas a elevadas concentraciones de CO2 en la atmósfera, hacen que la uva sea más ácida y contenga más azúcar, o que se deterioren las raíces del kiwi generando más planta, pero menos fruto y menos flores en la temporada siguiente.
Algunos cultivos dejarán de ser viables en determinadas zonas. Por contra, otros como la batata, la sandía y el mango resultan interesantes en zonas donde hasta ahora no se cultivaban.
La investigación vuelve al estudio de las variedades silvestres, supervivientes por naturaleza, en busca de variedades más resistentes al calor y al estrés hídrico.
Además, hay variedades que necesitan del polen de otra variedad distinta para reproducirse (la polinización cruzada). En estos casos, el agricultor debe valorar qué variedades ha de plantar, con necesidades de frío parecidas y que deben ser compatibles y coincidir en floración.
El denominado golpe de calor, una excesiva radiación solar, daña la calidad de los frutos y genera pérdidas productivas.
Para reducir los daños, se deben revisar continuamente los sistemas de riego que garanticen la aplicación de agua en los momentos críticos y que permitan disminuir la temperatura de las hojas y el estrés por exceso de calor. Es muy recomendable utilizar mallas o cubiertas para proteger hojas y frutos de la radiación directa, o acolchados plásticos que reduzcan el calentamiento del suelo.