Desalinización del agua para uso agrícola
El desarrollo de técnicas eficientes ha abaratado la obtención de agua dulce a partir de agua marina, pasando a ser una gran oportunidad de uso en la producción agrícola. La técnica de desalinización del agua más común en las estaciones modernas es la ósmosis inversa, que da como resultado un agua con un contenido tan bajo de sales que sigue siendo no apta para el consumo humano directo; por ello, antes de verterla a la red de suministro, se somete al proceso de remineralización en la misma estación. Al agua del primer proceso se le denomina agua osmotizada y la del segundo es el agua desalinizada.
El agua generada mediante la desalinización por ósmosis inversa presenta una conductividad con rangos aceptables para el riego agrícola, incluso en la producción de cultivos más sensibles como lechuga, patata, pimiento, manzana, naranja, uva de mesa…, pero está desequilibrada en los iones salinos disueltos, presentando una alta concentración de sodio y cloro y baja concentración en calcio, magnesio y sulfatos. Por ello, en el riego generalmente se realiza la desalinización del agua y se mezcla con aguas de orígenes diferentes con el fin de equilibrar su composición en sales y reducir los costos.
El agua osmotizada no remineralizada es ácida debido a su bajo contenido salino y pude producir corrosión en los materiales metálicos de los sistemas de riego, generar disociaciones en las construcciones de cemento/hormigón e incluso depósitos de caliza en las conducciones.
La composición del agua resultante no es igual en todas las desalinizadoras y varía según la técnica de desalinización del agua empleada y el uso principal para el que inicialmente se diseñó. Si este agua se va a utilizar para el riego agrícola, el regante deberá rectificarla mediante sus equipos de fertirrigación o tendrá que mezclarla con otros recursos disponibles. La mezcla del agua osmotizada o desalinizada con otro recurso existente aunque sea de peor calidad o incluso no apta para riego, se demuestra como el mejor modo para equilibrar ambos recursos y disponer de mayor volumen de agua apta para regar.
Tener acceso al agua desalinizada debe entenderse como un recurso complementario que no anularía otros aportes procedentes de trasvases, de ríos, pozos, aguas residuales, etc., sino que habría que gestionarlas conjuntamente para optimizar su uso.
La principal limitación para el uso del agua desalinizada está en el elevado precio final. En estos momentos, el coste de operación para obtener agua desalinizada a partir de agua de mar por ósmosis inversa, es de 0,35-0,50 euros el metro cúbico (0,6-0,8 euros metro cúbico) si se tienen en cuenta también los costes de amortización de la planta desalinizadora. Estos costes dependen en un 68% del precio de la energía utilizada en la producción.