Frenar el cambio climático
El cambio climático se define como un cambio estable y duradero en los patrones del clima a lo largo de periodos que van desde décadas hasta millones de años. El cambio climático se puede limitar a una región específica o abarcar toda la superficie terrestre.
En el contexto de la política ambiental, el término se puede considerar sinónimo de “calentamiento global antropogénico” que hace referencia a los aumentos de temperatura superficial, mientras que el cambio climático incluye al calentamiento global y a otros aspectos sobre los que influye el aumento de los gases de efecto invernadero.
Hechos del cambio climático
Los once últimos años han sido los años más calurosos desde 1850, aumentando notablemente las temperaturas a nivel mundial. Además hay más dióxido de carbono en la atmósfera, que es el principal contribuidor al cambio climático actual. La concentración atmosférica ha ido aumentando desde la era preindustrial hasta la actualidad de 278 partes por millón hasta 393 ppm.
El presidente de la Asociación de Productores de Maíz de España concedía una entrevista a un diario de Aragón, en la que se trataba el actual tema del cambio climático.
Según sus palabras, la agricultura no es solamente la producción de bienes y servicios, sino que sirve además como herramienta para generar beneficios medioambientales. Con más cantidad de árboles y plantas podríamos reducir los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera.
Otras medidas también positivas serían sustituir el petróleo por energías alternativas como la biomasa, o promover una gestión del agua que favorezca la vegetación. La producción vegetal, los bosques, la vegetación espontánea y la agricultura son elementos insustituibles en la lucha contra el calentamiento global, porque producen alimentos y energía en forma de materia seca, que en algún momento debería ser sustitutiva del petróleo.
En el planeta Tierra, la proporción de agua es muy superior a la de territorio firme, por ello no es tan real el concepto de escasez de agua. Cuando llueve, parte del agua se infiltra, otra alimenta los ríos, otra acaba en el mar y la última parte sirve de sustento para las plantas. Promoviendo la vegetación se favorece la evaporación y la lluvia. De este modo, se rebajarían las dos partes por millón de contaminación anual de dióxido de carbono en el planeta y se sustituiría la madera de los bosques por productos agrarios en los procesos industriales. Por todo ello resulta esencial el control inteligente del agua para su integración en un sistema de consumo lento.
Para conseguir evitar este cambio climático irreversible y todos los efectos asociados, las emisiones de gases de efecto invernadero tendrían que alcanzar su nivel máximo en 2015 y disminuir de manera progresiva hasta un 50% para el año 2050.