Cultivos transgénicos
La Comisión Europea da vía libre a 5 productos modificados genéticamente.
Hay dos tipos de cultivos transgénicos: los que resisten a los insectos, como por ejemplo el maíz (modificado genéticamente para resistir al taladro) o el algodón, y los que resisten a los herbicidas, como la soja y la colza.
Los transgénicos que resisten a los insectos contienen una proteína que resulta muy tóxica para algunos insectos, pero es completamente inocua para el resto de seres vivos, al contrario que ocurre con los insecticidas químicos.
La patata transgénica
La patata Amflora se ha conseguido a partir de la modificación del genoma de la patata, que anula la vía metabólica que da lugar a la amilosa.
Se introduce un gen antisentido, de manera que al unirse al ADN de la amilosa, lo inutiliza.
Su utilidad es la producción de almidón para usos industriales. El almidón está compuesto por amilosa y amilopectina (la estructura de la amilopectina se utiliza por ejemplo para satinar el papel o para que el cemento se adhiera mejor a las paredes). Cuanto más pura es, resulta más valiosa, ya que da un mejor producto. Es por eso que la empresa alemana BASF ha ideado una patata que sólamente produce amilopectina.
El cultivo de la patata transgénica, que ya está aprobado por la Comisión Europea, va a permitir ganar dinero a algunos agricultores y empresas, así como abaratar ciertos procesos industriales.
Cultivos transgénicos que ayudan a la población
En India se autorizó el cultivo de algodón transgénico al ver el buen resultado que daba, pues era inmune a la plaga del insecto del algodón.
El algodón estaba prohibido, pero el Gobierno indio se dio cuenta de que se estaba cultivando clandestinamente cuando una infestación masiva del insecto del algodón desató una hambruna en toda la India, excepto en las zonas donde se cultivaba algodón transgénico. Además, es menos perjudicial para el medio ambiente porque no requiere el uso de insecticidas, que son muy peligrosos y pueden ocasionar intoxicaciones.
Se acabó retirando el tomate transgénico del mercado por dos razones: las presiones de los ecologistas y su gran calidad. Se inhibió una enzima para evitar que se estropeara con rapidez y pudiera recogerse ya maduro de la mata (clave del buen sabor de este vegetal).
La falta de vitamina A es uno de los principales problemas nutricionales de gran parte de la población mundial, porque provoca desde ceguera hasta deficiencias inmunológicas. Fundaciones suizas, junto con empresas biotecnológicas que han cedido sus patentes, trabajan para la FAO en el arroz dorado, un producto con altos niveles de vitamina A. Si un alimento tan básico como el arroz contuviera vitamina A, se podrían evitar muchos casos de ceguera en niños y la muerte de miles de mujeres embarazadas.
Problemas tan serios como la seguridad y sostenibilidad alimentaria pueden ser solucionados con las cosechas biotecnológicas (también llamadas modificadas genéticamente o transgénicas), que además, pueden ser clave para aumentar la productividad.
Vale, y una patata que sólo produzca amilopectina ¿es peligrosa para el consumo humano? Y si es insana ¿cómo van a impedir que se “hibride” con la patata tradicional?
Y la pregunta de siempre. Las empresas que investigan los transgénicos han invertido muchísimo dinero en esa investigación, y esperan obtener muchos más beneficios económicos para rentabilizar esas inversiones. Entonces, ¿cuántos resultados desfavorables están dispuestos a ocultar para poder introducir sus productos en el mercado? La respuesta creo que la tengo yo: todos.
El algodón transgénico por ejemplo no me preocupa porque no es un alimento, pero con la comida puede provocarse una catástrofe porque no les interesa vigilar las repercusiones, ni realizar estudios que sólo les podrían perjudicar en su negocio.
Gracias por la información. Me ha sido muy útil.