Producción de cereal con menos abono
Se están llevando a cabo técnicas agrícolas nuevas para la producción de cereal con menos necesidad de aportar abonos. Una de estas técnicas consiste en sembrar conjuntamente leguminosas con el cereal. Las leguminosas son un magnífico cultivo complementario que aporta abono a la tierra para beneficio del cereal. Esta técnica agrícola por la que se cultivan simultáneamente dos o más cosechas, por ejemplo legumbre y cereal, resulta muy beneficiosa para reducir ciertos insumos, entre los que destaca el nitrógeno. Esto resulta fundamental tanto para reducir el elevado coste que supone abonar la producción de cereales, como para eludir las trabas que sufren algunos agricultores cuyas fincas están catalogadas como zonas vulnerables en las que el uso de insumos está limitado. Esta alternativa consigue unos costes de producción menos elevados y mejora los beneficios de la explotación.
En general, el nitrógeno es un elemento esencial para el desarrollo de los cultivos, por lo que los agricultores están trabajando para hacer un uso más sostenible del mismo. Las limitaciones climatológicas y las dificultades agronómicas, pueden dificultar las expectativas de obtener dos cosechas de grano a la vez. Sin embargo, la combinación de cereales y leguminosas está demostrando que puede ser la solución para conseguirlo y con menos insumos.
Producciones ubicadas en España en fincas de Huesca y Zaragoza han obtenido rendimientos de entre 5.500 y 7.000 kilos por hectárea.
Ahorro de nitrógeno con esta técnica de producción de cereal
Por ejemplo, en producciones donde se utiliza avena y veza con predominancia del cereal, se reduce en un 28% las unidades de nitrógeno requeridas en el cultivo.
En mezcla de cebada y veza, pero con predominancia de la leguminosa, han obtenido reducciones en el requerimiento de aplicación de unidades de nitrógeno del 50%.
El objetivo es llevar a cabo el cultivo de cereal con un menor uso de nitrógeno, utilizando la leguminosa como cultivo de servicio.
Las mejores legumbres para fijar nitrógeno a los suelos son: la judía común, la soja y el caupí (un frijol americano de uso extendido). El origen de esta virtud excepcional son unas extrañas verrugas en sus raíces, como unos nódulos en los que metabolizan el nitrógeno de una forma mucho más eficiente, que no lo hace ninguna otra especie del reino vegetal.
