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Agricultura y Riego

Impacto del regadío agrícola

regadío agrícola

Con el regadío agrícola se incorporan al suelo las sales, fertilizantes, pesticidas, etc… que afectan a la fertilidad del suelo (a su salinidad) y a las aguas subterráneas (contaminación por nitratos, metales pesados…).

El mayor problema puede ser el incremento en el nivel de sales, ya que una vez sobrepasados unos determinados valores, la producción de los cultivos disminuye.

El nivel salino de un terreno agrícola dependerá del contenido inicial de sales, del aporte de éstas con el riego, de la aplicación de fertilizantes y las pérdidas por drenaje.

Los factores principales que determinan la salinidad del suelo, según el manejo del riego son: la calidad del agua y la proporción del agua aplicada (riego más lluvias) que fluye más allá de la zona de las raíces del cultivo y que puede impedir la acumulación excesiva de sales en esta capa del terreno.

La producción agrícola requiere de agua y de nitrógeno. Es habitual aplicar fertilizantes nitrogenados con el riego para obtener mayores producciones, pero parte se pierde con el agua en la filtración profunda del terreno, generando contaminación por nitratos de las aguas subterráneas.

Gestión del regadío agrícola para disminuir las pérdidas de nitratos

  • Ajustando los riegos. Evitar fracciones de lavado mayores que las necesarias para así mantener un nivel de sales en el suelo que no sea perjudicial para los cultivos.
  • No aplicando dosis de abonado superiores a las necesarias, fraccionando su aplicación, utilizando formas amónicas si se riega después del abonado.
  • Tener en cuenta el contenido inicial de nitrógeno mineral en el suelo antes de determinar el aporte por mineralización de la materia orgánica y el contenido en nitrógeno del agua de riego.
  • Evitando tener el suelo sin cultivo en época de lluvias.

Contaminación del terreno por metales pesados

Los metales pesados se encuentran en los suelos por la meteorización de la roca madre, pero pueden aumentar con el empleo de pesticidas, fertilizantes, lodos y purines. Por ejemplo, los suelos de viña suelen tener contenidos altos de cobre como resultado de la aplicación de fungicidas con sulfato de cobre o con oxicloruro de cobre.

Al emplear purines de cerdo como abono en los suelos agrícolas, estos aportan una cantidad considerable de cobre (entre 0,15 y 1,5 gramos por kilo de materia seca).

Otra fuente de contaminación de los suelos por metales pesados procede del riego con aguas residuales de núcleos urbanos.

En el terreno, estos metales pueden permanecer o ser transportados hacia las capas más profundas, ser absorbidos por las plantas o formar compuestos muy poco solubles.

Los factores que más influyen en la concentración de los metales pesados en el suelo y en su movilidad son: el pH, la capacidad de intercambio iónico del suelo, la fuerza iónica de la solución del suelo y la presencia de ligandos. Generalmente, los metales pesados precipitan cuando el pH se incrementa. Los metales pesados pueden formar quelatos o complejos con moléculas orgánicas del suelo, tales como los ácidos fúlvicos. El ion cloruro también forma complejos con el cinc y el cadmio.

El cinc es el metal pesado más móvil en el suelo. Las condiciones más favorables para el movimiento de los metales pesados en el terreno son: suelos arenosos, ácidos y con bajo contenido en materia orgánica y riegos o lluvias abundantes.

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