Riego mecanizado por aspersión
Un sistema de riego mecanizado por aspersión o sistema de riego Pivot ofrece mayor uniformidad de riego que los sistemas estacionarios ya que los efectos del viento ejercen una menor influencia.
La mejor eficiencia de aplicación de agua de estos sistemas se da cuando el emisor se instala a una menor altura (por ejemplo 1 metro) con respecto al suelo. La efectividad se reduce alrededor de un 5% cuando el emisor se sitúa a 2,5 mts. o incluso al 7% cuando se sitúa a 4 metros.
La mejor uniformidad en la distribución del riego con Pivot (superior al 90%), se consigue con la instalación de los emisores a 2 metros o 2,5 mt. de altura sobre el suelo y utilizando emisores Nelson Rotator y/o emisores Senninger I-Wob.
La disposición óptima de estos emisores para alcanzar un equilibrio entre pérdidas por evaporación, arrastre y uniformidad de riego, se consigue situando los emisores a 2 metros sobre el suelo, con una anchura de aplicación de agua en torno a los 12 o 15 metros y una presión de trabajo de entre 1,5 y 2 Bar. En estas condiciones, se utilizan separaciones entre emisores de 3 a 6 o 7,5 metros máximo.
En el caso de utilizar sprays, la separación entre emisores debe ser en torno a 2 o 2,5 metros para conseguir un buen solape con el emisor anterior y posterior. De esta forma, se crea una cortina de agua que el viento mueve pero no rompe.
Repercusión del riego mecanizado por aspersión en los cultivos
Cuanto mayor es el valor del coeficiente de uniformidad del riego, menor es la aportación de agua que se necesita para alcanzar una determinada producción. Una buena uniformidad del riego supone menores gastos de producción, es decir, un sistema de riego bien diseñado y bien manejado puede producir ahorros importantes de agua y energía, aumentando la rentabilidad de la explotación agraria.
Si el agua es barata, el agricultor tenderá a aplicar más para hacer frente a la posible falta de uniformidad.
Este exceso de aplicación de agua provocará mucha más percolación y lavado de fertilizantes y de otros productos, lo que a su vez producirá una disminución de la producción del cultivo y una contaminación de los acuíferos receptores de esas aguas.
Si el agua es cara, la solución que conduce al mayor beneficio económico para el agricultor será reducir la aplicación de riego, aunque con ello se disminuya la producción.
La solución tradicional de calcular la cantidad bruta de riego, dividiendo las necesidades netas por la diferencia de aplicación (entre 0,75 y 0,85 en riego por aspersión), puede resultar acertada en el caso de agua barata, pero es errónea cuando el agua es cara.